28 oct 2015

El mundo está lleno de desalmados

El sol castigaba los ojos del tío Machuca y ocurrió lo que debía ocurrir, que estornudó de manera estruendosa. Pero no tardó en soltar la exclamación de rigor.
-¡Jesús!
-¿Quién es ése? -le preguntó provocadoramente su amigo, el abuelo Simón.
-¿Sabes? -le explicó-. Antiguamente se creía que en cada estornudo se escapaba el alma. Por eso se exclamaba ¡Jesús!, para mantener la integridad espiritual.
-Puedes colocarte el pañuelo en la boca y así guardas tu alma en el bolsillo, no pesa.
-Bueno, es una costumbre.
-Ahora nadie cree en esas patrañas.
-Ya, el mundo está lleno de desalmados
-O de microbios, que es lo único que has soltado tú.
-¡Ay! ¿Dónde quedan los mitos?
-En tus narices, sólo en tus narices.
Y siguieron caminando, el tío Machuca preocupado por si se le acercaba un nuevo resfriado y el abuelo Simón enfurruñado en su lucha permanente contra la superstición.
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