21 ago 2015

Errata póstuma

Jacob Serbando rastreó durante años los diarios de su ciudad buscando erratas que airear y consiguió una cierta fama de sabueso, llegando a ser una pesadilla para los plumillas de la prensa a los que flagelaba sacando a la luz en un artículo mensual los gazapos cometidos. Los periodistas alcanzaron la paz el día que falleció y el encargado de la linotipia pasó factura en la propia esquela que despedía al personaje con una errata que jamás pudo llegar a descubrir el finado.
Donde debía decir descanse en paz se deslizaba, como sin querer, un contundente descanso en paz.
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