24 ago 2015

Pecados de hombre

El forense acudió a la morgue del hospital a realizar dos informes, un asesinato y un suicidio que guardaban relación. Se trataba de un caso en el que un varón arrojó por la ventana de un séptimo piso a su mujer y luego el mismo se suicidó haciendo el mismo trayecto. Este tipo de casos le daban al forense mucho coraje y trató de centrarse en los datos técnicos para no tener que hacer preguntas y reproches en voz alta a los dos cadáveres que tenía en sus manos.
Fue redactando el informe con las observaciones que hizo y acabó pronto, porque las evidencias del caso eran muchas y claras.

-¿Que le habrá pasado por la cabeza a este hombre para llegar a este extremo? -pensó.
-No le ha pasado nada -respondió su otro yo-. No le ha pasado por la cabeza ni una sola de las ideas de la modernidad. Seguro que tenía amueblado el cerebro con la mentalidad del siglo pasado y no había ni el mínimo resquicio para la sociedad del S. XXI.
El forense se mantuvo en silencio. Y un rubor le recorrió la frente, pues él era un hombre de entre siglos y aún mantenía algo o mucho, no sabía decirlo, de la vieja herencia. Él siempre se sentía un poco culpable en estos casos, por el simple hecho de ser hombre.
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