Llovió
de manera tan persistente y durante tantos días que se produjeron
graves inundaciones, tan grandes que hasta un émulo del mismísimo
Noé tuvo que tomar cartas en el asunto reflotando el arca famosa con
intención de salvar lo más posible. Vamos, que excepto a peces y
aves, tuvo que hacer una llamada de acogida a mamíferos, reptiles y
algún que otro insecto. Pero claro, ya no fue como antes, que en
estos tiempos ya no se respeta la autoridad y cualquiera es
protestón, así que se oyeron muchos argumentos que hicieron
imposible el embarque de una pareja de cada especie, que si por qué
éste y no yo, que si somos incompatibles y que éste me depreda en
el viaje, que menos el escarabajo pelotero todos acabarían hartos,
que si...
Total
que cuando el seguidor de Noé estaba ya harto de escuchar a uno y
otro, se le apareció en una zodiak de Animales Sin Fronteras un
biznieto de Darwin que le dijo algo muy serio.
-Pones
en peligro la continuidad de las especies, no salvas a nadie, porque
-y se lo explicó señalándole con el dedo- conviertes en
endogámicas a las futuras generaciones y la consanguinidad es
perniciosa para los descendientes -y añadió-.Te lo digo yo por
experiencia propia.
El
último fan de Noé se quedó pensativo y, para salir de dudas,
consultó una enciclopedia virtual de mucho prestigio, en la que
comprobó los problemas que los numerosos casamientos entre primos
hermanos acarrearon a los Darwin. Así que se acercó a los animales
concentrados frente a su nave y con grandes voces provocó una
estampida que los hizo desaparecer. Y todos curiosamente
sobrevivieron.
-Qué
tonto soy -se dijo-, si hasta saben nadar. Quién me mandará a mí
creer en mitos...
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