29 jul 2015

Tribulaciones de un fideo en la casa de un pobre

Era un fideo olvidado en un plato de sopa que acababa de consumir doña Eulalia. Solitario y escuálido se mantenía en la pared vertical del plato, medio camuflado tras la cuchara y a la espera de pasar por el fregadero.
-Pareces rica -le recriminó el esposo, don Manolito-. ¿No puedes comerte el fideo? Los tiempos no están para derrochar.
-Ayer dejaste tú un garbanzo en el plato -contraatacó ella visiblemente ofendida.
-Estaba negro -se defendió él.
-Alimentaba lo mismo.
-Por eso te lo dejé a ti.
-Contigo no se puede hablar.
-Tú lo has dicho. 
Y se hizo un silencio prolongado que aprovechó el fideo para llorar un poco. Acababa de llegar del Banco de Alimentos con pretensión de hacer el bien a aquellos ancianos y se veía en medio de una pelea doméstica en la que no podía mediar. Con la última lágrima se escurrió por la pared de plato y se acabó escondiendo definitivamente tras la cuchara. Se sentía un entrometido y estaba avergonzado por no poder cumplir del todo el compromiso humanitario que le habían encomendado.
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