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contaron que en el año 425 a. C. hubo un hóplita nadador en la
Antigua Grecia, algo inaudito y de todo punto de vista imposible. Hay
que tener en cuenta que estos soldados de infantería llevaban un
armamento realmente pesado: la coraza de bronce, espinilleras, el
escudo de 6-8 kg de peso, el casco, la espada corta y lanza de 2'7 m
de largo, viandas... En total unos 30 kg de peso. Eran muy bravos y
tomaban a mal no conservar su equipo y sobre todo, su escudo, incluso
en las derrotas, por lo que se supone que nunca se separaban de sus
armas.
-O
vuelves con el escudo o vuelves sobre él -dicen que pregonaban las
madres espartanas. Por eso parece increíble que con tal equipo
hubiera alguien capaz de nadar y no de bucear, sin más. Pero el dato
es cierto.
Ocurrió
en el islote de Esfacteria, en medio del Mar Jónico, en plena guerra
del Peloponeso. Los espartanos se refugiaron en el islote y sufrieron
un severo asedio. Negociaron con los atenienses la forma de poder
aprovisionar a sus huestes y no lograron acuerdo alguno, Y fue
entonces cuando un hoplita audaz, Aguatocles de nombre, llevó a nado
las provisiones necesarias, eso sí, desprovisto de casi todo el
equipo habitual, porque como mandaba el destino no se separó del
escudo. Menos mal que era de madera.
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