20 feb 2015

Guardar las formas

El agua del manantial fluía fresca y limpia, tanto que tenía fama de poseer propiedades sanadoras. Los lugareños acudían a plena luz del día a llenar sus cántaros y rociar sus miembros doloridos. El cura de la parroquia, por el contrario, lo hacía al anochecer para no poner en mal lugar la fama de milagrera de la Virgen del Enebro, patrona del lugar, de la que ponderaba todos los días y desde el púlpito sus poderes milagrosos.
_____ o _____