18 feb 2015

Cómo convertirse en leyenda de cementerio

Aquel hombre nunca llevó bien que alguien le llevara la contraria y era famoso por la lenta digestión de sus frustraciones. Había simplificado tanto su pensamiento que convertía a cualquier persona discrepante en su enemigo y, si por él fuera, en más de una ocasión hubiera acabado retando a duelo a sus oponentes. Sus enemistades eran tan numerosas que no se hablaba con la mitad del mundo, a la otra mitad no la conocía, y era imposible averiguar la razón de tanta inquina.
-Conviertes a tus adversarios en enemigos -le había dicho uno de sus, por supuesto, odiados maestros-. Sufrirás mucho en esta vida.
Vivió siempre como un perro solitario, lejos de la manada. Bueno, más bien como un perro rabioso que daba dentelladas quien se le acercaba y que acabó encontrando la paz eterna solo en la tumba. Tumba en la que nadie se molestó en poner epitafio. El cuidador del cementerio sostiene aún que muchas noches se oyen unos extraños gemidos, ladridos o aullidos que parecen proceder de tal lugar.
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