27 feb 2015

¡Ay los amigos!

Los novios aguantaron pacientemente todo el ritual del casorio, desde el arroz lanzado contra ellos y los invitados, el beso público en la boca, la partición de la tarta entre aplausos y, lo que creyeron era ya lo último, el escandaloso arrastre de una latas atadas al tubo de escape del vehículo en la despedida. Ya solos los dos, y agotados tras los acontecimientos vividos, se refugiaron en su casa, prestos para tomar un descanso reparador en la paz de lo que ya era su dulce hogar.
-Mikel -gritó la esposa reciente desde el baño- ¿Qué es esto? -protestó, a la vez que añadía un comentario desolador-. ¡Estoy hasta las narices de tus putos amigos!
El hombre quiso respirar profundamente para relajarse, pero tuvo que contenerse por aquello del hedor. No obstante, se llenó de coraje y cumplió con su deber. Vestido aún con el smoking de rigor, tomó un cerdito bajo el brazo y lo llevó a una granja cercana donde lo soltó en medio de un piara que dormitaba en la noche.
Por el camino envió un WhatsApp al hijo del dueño.
-Hijo de puta, me lo crías gratis y me lo entregas por San Martín abierto en canal. -Y añadió- Crotal F437, que le he cogido la matrícula.
Grandes carcajadas acogieron el mensaje en la taberna donde los "entrañables" amigos aún continuaban la celebración del día.

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