Hubo una vez un asno de
una inteligencia prodigiosa que llegó a competir con los seres
humanos en muchas ramas de la ciencia y la cultura. Hasta tal punto
que llegó el día en que se puso a la altura de ellos y llegó
incluso a superarlos. Estos, sorprendidos y admirados por sus
cualidades, depositaron en él grandes esperanzas y lo nombraron
presidente de gobierno, con la pretensión de que mejorara la
administración del país. Los resultados no se hicieron esperar.
Mejoró el bienestar de las gentes, creció la justicia, disminuyó
la pobreza, desapareció la corrupción, ... Su arma secreta fue usar su sentido común
asnal, su tenacidad y mansedumbre. De mucho le valieron sus enormes orejas para escuchar y su ánimo servicial.
A cuantos preguntaban
por la causa de tamaños logros, el asno respondía con sinceras
palabras.
-No está bien que yo lo diga, pero sinceramente soy el menos burro de
los presidentes que ha tenido el país.
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