-Oye
-le reclamó días más tarde el abuelo Simón a su compañero-
¿Sabes que Bertolt Brecht no habla de fascistas, sino de
nacionalistas?
-Los
nacional sindicalistas nazis, ¿no? -le replicó el tío Machuca.
-Esos
eran capaces de hacer brotar nacionalistas debajo de las piedras.
-De
signo contrario ¿no?
-En
realidad el señor K dice que la estupidez ajena te arrastra a ti a
ser estúpido.
-Es
difícil resistirse a veces, ¿no?
-Ya
dijo Einstein en su momento que nunca discutas con un estúpido, pues
corres el peligro de convertirte en estúpido y, además, seguramente
perderás en la discusión.
-Sabio
consejo, ¿no?
-Deja
de decir ¿no? -amenazó el abuelo Simón.
-Es
que como sabes tanto....
-Lo
he leído, ¿no?
-Ves,
tú también dices ¿no? -se defendió
-A
este paso nos volvemos los dos estúpidos. No aprendemos nada -dijo el
abuelo Simón enfurruñado.
Y
siguieron juntos, en silencio, bajo la sombra del árbol de las
confidencias, mirando los dos amigos a lo lejos, como si no hubiera
nadie a su lado. No más de cinco minutos, conste.
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