Pasados
unos días del episodio anterior, el tío Machuca de nuevo trajo a
colación la historia del señor K.
-He
releído Historias
de almanaque de Bertolt Brecht
-contaba- y he encontrado algunas diferencias con tu relato de
ayer...
-Ya
sabes que yo cito de memoria...
-He
leído que el señor K cedió el paso en la estrecha acera contra su
voluntad a un oficial del ejército invasor...
-Sí...
-Y
que a continuación se puso muy furioso por la humillación y que
logró controlar su odio repentino....
-Sí...
-Dice
el personaje que la estupidez de aquel militar estuvo a punto de
hacerle estúpido a él mismo también
-Sí...
-Es
lo que tienen los fascismos, que nos hacen a todos un poco fascistas
, ¿no?
-Sí.
-¡Joder!
No digas a todo que sí -protestó el tío Machuca.
-Menos
mal que tú y yo tenemos controlado el ego – dejó caer con sorna
el abuelo Simón, con un risa floja que ya era parte del protocolo de
su relación.
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