19 ene 2015

¡Ah!

Un amanecer más, tras el paseo acostumbrado, repasadas las noticias del día, los dos amigos se sentaron bajo el árbol de las confidencias y los desahogos.
-Contaba Bertolt Brecht -recordaba el abuelo Simón a su compadre-, una historia que le sucedió al señor K. Es algo que me ha hecho pensar mucho en esta vida.
-¿?
Bertolt Brecht
-Resulta que el señor K caminaba por una estrecha acera y que llegado a un punto no tuvo más remedio que cruzarse con un peatón. Como el espacio era mínimo -explicaba el abuelo Simón-, uno de los dos debía bajar al camino.
-¿?
-Pues que combinando cortesía, edad y sentido común no le correspondía al señor K descender -explicaba el abuelo Simón-. Los dos transeúntes se retaron con la mirada y para evitar males mayores el hombre mayor, humillado, pisó el barro del camino cediendo el paso al militar.
-¡Ah!
-Militar fascista, nazi para más señas.
-¡Ah!
-El señor K tuvo más inteligencia que orgullo, menos mal.
-¡Ah!
-El ego es una bestia muy difícil de domar -sentenciaba el abuelo Simón. Y antes de que su compañero le contestara le señaló con el bastón amenazadoramente-. Y no me digas más veces ¡ah!
Bueno, no hubo contestación, más bien una risa floja...
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