7 ene 2015

After hours

En la calle de doña Mercedes han abierto un local de copas muy ruidoso. El establecimiento cumple todos los requisitos legales, pero algunos clientes no cumplen ni siquiera los de sentido común. Doña Mercedes, insomne muchas noches y oportunamente sorda, se lo toma con parsimonia.
-Las noche son más entretenidas de lo que esperaba -comenta a su cuidadora.
-Estos locales after hours son un incordio para el vecindario.
-Qué raro hablas -le corrige doña Mercedes, que adorna la frase con un colofón que deja estupefacta a su acompañante-. En mi época eran puticlubs, a secas...
-Señora, que solo son gamberros y maleducados... -argumenta con lógica la más joven.
-Y pronto delincuentes -razona implacablemente la anciana que no pierde ojo a una patrulla de la policía urbana que interroga a un joven ebrio que no deja de hacer equilibrios imposibles mientras farfulla palabras incoherentes.
-Soy su madre y le zurzo el culo a golpes de zapatilla.
-Por dios, señora.
-¡Hum!
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