El
karaoke estaba completamente lanzado y ya no solo los decididos sino
incluso los indecisos se animaban a empuñar el micrófono sin pudor
ni vergüenza ajena, siguiendo a destiempo la letra de las canciones
pegadizas que se visionaban en una pantalla huidiza. Allí apareció
de repente un título que dejó desconcertados a los emuladores de
los cantantes en boga. Decía el rótulo "Última vez - Julieta Vargas".
Y todos, ya fuera por cansancio o sincero respeto, se retiraron a sus
asientos. Y milagrosamente se hizo un silencio que permitió
disfrutar la melodía, la letra y la emoción que la artista imprimía
a todo. Al acabar la canción sonaron aplausos y nadie más se
atrevió a subir al escenario en un tiempo, como si todavía sonara
el estribillo que decía: “Hoy
es la última vez y no puedo explicar este final...”.
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