3 dic 2014

Las penas algún día acaban

-María, nuestro hijo nos ha salido vago.
La madre guardó silencio, como siempre, dando por cierto lo dicho. Era muy duro para ella tener bajo su techo a un hijo de 41 años que añadía amargor a su vejez. Allá estaba en el sillón, medio dormitando, frente al televisor.
-¿Qué será de él cuando faltemos? -preguntó la mujer finalmente.
-No lo sé -afirmó el padre-. Pero seguro que ya no me hará sufrir.
La pobre mujer se perdió en la cocina moviendo con estruendo la olla para apagar en llanto el dolor que le rompía el alma. Como todos los días.
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