12 dic 2014

Trampas de amor en la tercera edad

Era una pareja con muchas complicidades, muchos acuerdos tácitos que por complacencia mantenían desde que se conocieron.
Una de ellas era jugar a las prendas al anochecer en una partida de cartas. El se esmeraba en vencer para que ella se desprendiera de su vestimenta, pieza a pieza por cada juego perdido. El hombre sabía de sobra que ella se dejaba ganar, quizás por pena, quizás por cariño para ir ambientado los encuentros posteriores en el dormitorio. La mujer, sin embargo, lo tenía claro, ella necesitaba que su hombre no perdiera la seguridad en sí mismo, algo que nunca acabó de lograr, porque el marido siempre jugaba ayudándose de cartas escondidas. Pero de eso nunca hablaron.
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