22 sept 2014

Puedo prometer y prometo

Asistió como padrino a la boda de su hija con un joven brillante y simpático que un año antes ésta le había presentado como "el hombre de su vida". El entusiasmo de la hija fue suficiente para que él mismo se contagiara de tan buenas sensaciones.
El cura que ofició la ceremonia cumplió el rito y en el momento culminante retó al novio en primer lugar con el parlamento sabido.
-Alain Aztel Sueco, ¿acepta a Inés Calva Rius como esposa, y se entrega a ella y le promete ser fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de su vida?
-Sí, quiero -asumió con convicción el nuevo yerno.
Al padre de la novia le recorrió un escalofrío por toda la médula, como si un rayo lo atravesara de arriba a abajo.
-Yo también dije un día lo mismo -pensó para sus adentros y
añadió en un ataque de sinceridad-, y no lo he llegado a cumplir nunca. Miró a su hija descorazonado y una lágrima se le escurrió por la mejilla.
Un banco más atrás, la madre de la novia estallaba en un violento llanto que todos interpretaron de manera equívoca y convencional.
Y una salva de aplausos acabó de enmascarar la situación.

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