9 jul 2014

Amantes

Los pasos de don Gerardo, farmacéutico ejemplar, padre de numerosa prole y numerario del Opus Dei, eran sigilosos, cuidando al máximo el anonimato. Se movía por las calles con las solapas de la chaqueta alzadas, gafas de sol aún en la noche, sombrero de ala y un caminar rápido que no daba tiempo ni a mostrar la sombra de un hombre que con asiduidad se acababa perdiendo en casa de doña Angelita. ¿Qué ocultaba? Nada menos que un secreto de estado, digámoslo más claramente, un secreto de estado civil.
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