7 jul 2014

Pasado y presente

-Yo saltaba a la comba de niña como una campeona -decía doña Mercedes en la reunión del té de las seis de la tarde con sus amigas.
-Pues yo era buena en baloncesto -decía doña Remedios de Abajo-, hasta que me rompí un falange un día y lo dejé.
-Yo era buena bailando el twist, el charleston y hasta una jota si se ponía por delante -aseguraba doña Aldonza Debién-. Los chicos me rifaban
-Yo era la más lenta de clase haciendo ejercicios -aseguró doña Chabeli Masdé, parapetada en sus gafas redondas y verdes de color perejil fresco.
Todas la miraron, perplejas por haber roto el recital de auto-alabanzas. ¿A qué venía, si no, su repentino cambio de estrofa?
-Y he sido ministra en dos gobiernos -continuó desafiante- sin desmerecer de ningún compañero varón.
Todas se callaron. Era un anciana discreta que no gustaba de presumir en absoluto, aunque tenía un curriculum que daba para mucho. Tres maridos, varios amantes y un sinfín de puestos en Consejos de Administración.
-¿Os acordáis que no queríais jugar conmigo por muy empollona? -les echó en cara-. Es que yo me dedicaba a pensar mucho para acertar en todo.
Y se rió sabedora del desconcierto de sus ancianas amigas. Hizo señas a su acompañante, un mulato complaciente y discreto, y se alejó en una silla de ruedas hacia su residencia, sin que sus amigas entendieran aquel arrebato de vanidad de la que una vez fue una niña que pasaba desapercibida por su escaso éxito en el grupo.
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