4 abr 2014

El político conservador

Se despertó con ganas de comerse el mundo y de poner las cosas en su sitio, como debía ser. Contaba para ello con su entusiasmo, energía y convicciones. Así que inició la jornada de la manera habitual. Se subió a la bicicleta y pedaleó con
fuerza, cumpliendo a rajatabla los objetivos propuestos. El sudor perlaba su frente y tocaba ya con los dedos el éxito. Al cruzar la meta, levantó los brazos con el signo de la victoria y se emocionó de satisfacción. Y cuando descendió de la bicicleta estática se sumergió en aplausos imaginarios que él solo escuchaba. 
A su alrededor, mientras tanto, todo seguía igual
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