17 ene 2014

Persona y personaje


El abuelo Simón estaba de confidencias con un viejo colega, el flaco Machuca, al que le unía una gran amistad. Ya se sabe que, a cierta edad, se simplifica mucho el discurso y las verdades surgen con más fluidez de la boca.
-Tú en la cocina has sido siempre un maestro, flaco -le comentaba el abuelo Simón-. Tenías mano para hacer buenos platos con cualquier materia prima y sacabas sabores exquisitos a todo. Algunos platos rozaban la perfección, como...
-En toda cuadrilla -le interrumpía el amigo- siempre había un amigo que jugaba bien al fútbol, otro que ligaba mucho, otro que era buen estudiante, otro que sabía de música, otro que era un manitas..., ¿no?
-Sí claro, pero no sé qué quieres decir.
-Pues que en toda cuadrilla es conveniente que haya un buen cocinero -explicaba-. Y ése siempre he sido yo. Por eso he tenido y tengo tantos amigos.
-Paradojas de la vida -le responde el abuelo Simón.
-No te entiendo -le replica el flaco Machuca.
-Pues que me toca las narices -protestaba el abuelo-. Resulta que yo toda la vida he peleado por ir de culto, preparado, triunfador, etc. sin conseguirlo, porque era imposible con lo desastre que soy... y mira tú por dónde el flaco Machuca ha sido práctico y eficaz de una manera simple y directa.
-¿En qué?
-En ser feliz, joder.
-¡Ah! -contestó el flaco levemente desconcertado-. Si tú lo dices...
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