El hombre que no reía nunca
Don Tristán Carapalo era un hombre peculiar que no se reía nunca, ni por cortesía. Ni ante la inocencia de un niño, ni ante las paradojas de la vida. Su hierática y triste figura funcionaba como un cortafuegos que eliminaba toda la empatía que pudiera surgir con él. Se puede decir que despedía rayos de hielo que congelaba la atmósfera circundante o que el planeta Tierra se había detenido para contemplarle a él en exclusiva.
Sin embargo, un día y para sorpresa de todos, llegó a esbozar una tibia sonrisa. Fue cuando, ya a la edad de 116 años, el decimosexto médico de cabecera que le atendió en vida le comunicó que tenía una enfermedad terminal.
-Me lo estaba esperando -dijo.
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