-Razón no te falta -le comenté.
-Además es gente con la que puedes vivir relajado -me explicaba-, porque por mucho que discutas nunca te distancias...
-Pero tú hablas de amigos de carne y hueso -le planteé.
-¿Es que hay otros? -me interrogó sorprendido.
-Yo tengo amigos invisibles que me visitan muy frecuentemente, incluso son reservados y apenas me dirigen la palabra. -¡Imposible que sean amigos!
-Acuden a mi blog -le expliqué-, leen mis historias y creo que las aprecian, porque insisten un día y otro en visitar mi casa virtual.
-Si no te hablan, no son amigos -me cortó tajante-. Son conocidos, nada que ver. Ni siquiera discuten contigo, seguro.
-Bueno, tendré que pensármelo-le repliqué un tanto incómodo-. A lo mejor se lo planteo.
-Eso te pasa por ser Juan Badaya, un fantasma al que nadie puede ver.
Y con esta frase me cerró la boca. La verdad es que apenas conozco el nombre de mis amigos virtuales. ¿Habrá un abismo infranqueable en la nube? Lo tengo que consultar con algún oráculo, papá Google, por ejemplo.
_____ o _____
No hay comentarios:
Publicar un comentario