El señor detective

Al señor detective se le acercó una señora muy nerviosa.

-Verá, usted -le dijo-. Esto es muy embarazoso. Tengo un problema que usted me puede resolver.

-Usted dirá.

-Mire, me da vergüenza explicarme -insistió visiblemente azorada-. Es que...

-Tranquila mujer, que mi lema es la discreción.

-Tengo la sospecha de que estoy siendo espiada por mi dentista -soltó de golpe.

-Explíquese mejor.

-Desde que me hizo un implante, mi marido, que es su amigo, sabe siempre donde estoy.

-Y cómo...

-Me ha introducido una cámara en miniatura o un micrófono en el implante -explicó sin un ápice de duda.

-Increíble.

-Pruebe a escanearme la boca y lo verá.

El sorprendido detective tomó en sus manos el escáner, activó el sensor apropiado para detectar señales de emisión de ondas de radio, magnéticas y satelitales (así ponía en el manual del aparato) y lo deslizó sobre la mejilla de la señora.

-No,no, que el implante está al otro lado.

Cambió la postura del aparato y continuó rastreando con atención y silencio la otra mejilla.

-Aquí no se oye nada.

-¿Nada?

-Absolutamente nada, se lo juro-. Y para disipar dudas pasó el escáner por el teléfono inalámbrico que tenía sobre la mesa provocando unos bits penetrantes e incómodos

La mujer se relajó, le miró fijamente y rompió a llorar.

-Estoy loca, soy una obsesiva -se decía.

El detective trató de consolarla acariciando sus mejillas e inició una frase de aliento con una aproximación física un tanto atrevida que la mujer no rehuyó.

-Hay cosas peo...

Tuvo qué interrumpir bruscamente, porque un agudo pitido dejó incompleta la faena. El escáner descansaba junto a la chaqueta del señor detective evidenciando que por allí sí que había algo.

La mujer se sobresaltó mucho con la exclamación desesperada del señor detective.

-¡Mierda! Me tiene controlado mi mujer.

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