25 sept 2013

Premonición

El aburrimiento, la rutina, la enorme pesadez de los minutos postrado en aquella cama y, en definitiva su enfermedad, se le hacían insufribles. Llevaba un mes largo encerrado en aquella habitación de la clínica San Francisco de Montehano. Su rehabilitación se había torcido y aparecían constantes complicaciones que ponían en entredicho su mejora. Es más, los últimos días notaba entre los médicos más de una evasiva. ¿Estaba cerca de lo peor? ¡Uf! No quiso ni pensarlo. 
Para distraerse contó las baldosas de la habitación. Le hizo gracia que fueran 35, su edad, exactamente, 7 por un lado y 5 por el otro. Seguidamente miró al exterior y sumó todas las ventanas que abarcaba con su mirada en el edificio de enfrente. ¡Caray, 35 otra vez! De nuevo se concentró en su triste paso por el centro hospitalario. ¿Cuántos días llevaba allí? Calculó con calma y llegó a sumar 34. Un terrible presentimiento le asaltó. ¿Significaba eso que tenía sólo un día más de vida? Aquella noche durmió entre escalofríos.
Al día siguiente recibió la visita de su cuadrilla de amigos interesados en hacerle la estancia en el hospital más llevadera. Quedó muy tranquilo cuando comprobó que los que habían pasado por allí eran exactamente 35 y mandó lejos todos sus fantasmas. Aunque las molestias de su enfermedad no remitían, aquel día se sintió muy feliz. Tanto que aquella noche durmió sorprendentemente bien, tan bien que se sumió en un sueño profundo e intenso, nada menos que en el sueño eterno.
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