27 sept 2013

Paradojas de la vida

Sus protestas fueron muy airadas, no dejó en ningún momento a nadie dudar de que a él le acompañaba la razón. Parecía que aquel contratiempo había producido un gran quebranto en su vida. Así que el empleado del transporte suburbano puso, en las manos de aquel histérico que casi le derrumba la instalación, el libro de reclamaciones para que dejara constancia de su queja. Así escribió:
En el día de la fecha, en el lugar que se indica y a la hora señalada en el impreso, ante el empleado nº 23Q17, hago constar que he tenido que subir penosamente el tramo de escaleras desde el andén hasta la superficie, ya que no funcionaban ni las escaleras mecánicas ni el ascensor, por lo que he hecho el camino a pie, algo a lo que he sido obligado por su no prestación del servicio mecánico, por lo que firmo con mi nombre y apellidos para que surta efecto la reclamación de daños y perjuicios en forma, por lo menos, de devolución del importe del billete de transporte en la zona A.
Los efectos de la reclamación fueron inmediatos. En primer lugar, el perplejo empleado tomó el teléfono y le transmitió la queja a su inmediato superior para que procediera. Pero,
dado que el párrafo era tan largo, se le atragantaron las comas y sufrió un ahogo repentino que le dejó a punto de ahogo. Su compañero de ventanilla, al tanto de todo el episodio, le dio dos fuertes palmadas en la espalda e hizo que volviera en sí de inmediato. Reanudada la lectura, y a punto de cumplir con el texto, le sobrevino otro nuevo colapso respiratorio al leer la firma del reclamante y el cargo que decía desempeñar:
Fidel del Delta del Delaware,
coucher personal, especialidad en fondo físico y autocontrol.
El ataque de risa que de sufrió el empleado desembocó directamente en un conato de angina de pecho que el compañero de ventanilla, siempre atento como se ve, no arregló con las dos palmadas consiguientes en la espalda, sino aplicándole directamente el desfibrilador.
Al interesado acabaron devolviéndole, al cabo de 45 días, 0'85 € en compensación por las fatigas y quebrantos sufridos.
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