5 jun 2013

La enfermedad del olvido


Era una batalla perdida de antemano para la anciana que ya no recordaba siquiera que se debilitaba su memoria.
-Dile a Juan que a ver si viene a visitarme -me decía.
-Juan soy yo -le aclaraba de inmediato.
-¡A mí me lo vas a decir! -me discutía altiva, dando por sentado que había otro Juan que vivía en mi misma casa, con mi edad, oficio y mismo cuerpo serrano.
Era el orgullo quien la mantenía en pie.
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