Era
una batalla perdida de antemano para la anciana que ya no recordaba
siquiera que se debilitaba su memoria.
-Dile
a Juan que a ver si viene a visitarme -me decía.
-¡A
mí me lo vas a decir! -me discutía altiva, dando por sentado que
había otro Juan que vivía en mi misma casa, con mi edad, oficio y
mismo cuerpo serrano.
Era
el orgullo quien la mantenía en pie.
_____ o _____
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