28 jun 2013

El misterio del Bar Tolo

Vicente murió, eso decían, de un ataque al corazón que lo dejó fulminado, sin pulso ni respiración, allí mismo, en el Bar Tolo, el único bebedero del pueblo. El médico que le atendió en aquellos tristes momentos no pudo hacer otra cosa que no fuera certificar la defunción de aquel bebedor impenitente de todo lo que hubiera en una vaso con algún grado de alcohol. 
Pero en realidad no murió, que simplemente fue que entró en una estado de catalepsia repentina cuando se enteró de que el tabernero, su mejor amigo, barajaba la posibilidad de cerrar temporalmente el negocio acosado por la maldita crisis.
En la funeraria Asunción lo amortajaron con el rigor acostumbrado y se montó el velatorio en el mismo Bar Tolo, con el consentimiento de la familia y asentimiento de los amigos. Vicente yacía en una caja de roble americano, como los buenos vinos, y con sus deudos y amigos alrededor, en una sesión de confidencias de lo más franca y sincera, incluso poética.
-Era buena persona Vicente...
-Un regalo para la gente...
-Educado e inteligente...
Y en éstas estaba el finado, con el cuerpo inerme y la mente en tinieblas, cuando tanta rima espontánea empezó a hacer efecto en su bulbo raquídeo e hizo que se le avivara levemente el sistema nervioso, exactamente el cortex auditivo de su maltratado cerebro, lo que de momento le permitía exclusivamente oír, que no intervenir en las conversaciones, con lo que se pudo hacer una idea de la situación.
-Muerto en la flor de la vida, pero mira, no se va a enterar de que Rajoy le retarda la jubilación 8 años...
-A mí me debía una importante cantidad de dinero, porque siempre arreglaba cuentas a fin de año con la paga extra -se quejaba Tolo, el dueño del bar que enseñaba una libreta llena de apuntes. 
-Pues ésa también se la van a quitar este año -anunciaba el amigo pesimista del grupo.
-Su mujer ahora podrá ir sin disimulos con el Manolo -anunciaba el alcahuete oficial.
-En la empresa le iba a caer un ERE y rebaje de sueldo -decía el colega de trabajo.
-No verá a su equipo descender a 2ª división por...
-Y se muere sin enterarse que el Remigio sale con su hija, que es una fresca...
-Ni que yo subo el vino 0'10 € la semana próxima...
No se sabe si aquello fue definitivo o no, pero el angustiado Vicente, en aquel momento tan crucial de la conversación, sintió unas imperiosas ganas de intervenir. Así que de improviso y reuniendo en su modesto cerebro todas las fuerzas del córtex motor, auditivo y visual, del área de Brocca y de Wernicke... se incorporó y dijo:
-Un cosechero ¡antes de que suba!
Los presentes tuvieron varias y diversas reacciones. Cinco murieron de verdad, allí mismo, de severo paro cardíaco, doce más acabaron sus vidas al iniciar una precipitada huida y confundir la ventana con la puerta y caer al río, otros... Únicamente el bueno de Alberto Magno salió indemne. Era ciego y un buen samaritano, porque en cuanto oyó la petición, se acercó con su vaso hacia donde sonó la voz y cumplió con su amigo.
Vicente se lo bebió de un trago y experimentó tal placer que decidió consciente y sosegadamente abandonar este mundo de manera definitiva con tan agradable sabor. Digamos que de nuevo hizo un tendido supino en su caja de roble americano y cerró los ojos para siempre. Fue una muerte con sentido y consentida. 
Sin embargo, los jueces, la policía y la prensa nunca supieron explicar lo sucedido, por más que intentaron sonsacar información al único superviviente, Alberto Magno. Por eso hoy día se sigue hablando de El misterio del Bar Tolo, donde encontraron una veintena de muertos que, al parecer, velaban un cadáver.
_____ o _____

No hay comentarios:

Publicar un comentario