30 jun 2013

Salto evolutivo

He tenido la mala suerte de que en esta otra etapa de la vida me haya tocado reencarnarme en un pajarito urbano. El mecanismo este de la transmigración de las almas ha funcionado mal en esta ocasión y no me han reseteado del todo, así que conservo aún conciencia de mi anterior estado: y es que yo fui gaviota. 
Por eso, estoy confundiendo a todos los etólogos con mi comportamiento. A los ojos de la ciencia oficial aparezco como granívoro, pero ataco insectos, lombrices y carroña, amén de depredar nidos y madrigueras. Mi inocente imagen me libra de represalias, pero estoy empezando a tener un conflicto ontológico que tendré que superar con la ayuda de un filósofo, ya se sabe, el amante del saber o, cuando ya es mucho lo que presume, amante de la sabiduría. 
Le preguntaré directamente a los ojos si es correcta mi forma de proceder, si así conseguiré ser feliz, si puedo vivir en plenitud, si debo conformarme con este error de la naturaleza, si...
. . .
El caso es que ayer acudí a la sede del colegio oficial de filósofos de la pradera y me atendió un búho que estaba en turno de oficio. Por supuesto que le abrí mi alma, mi corazón, mi mente y le abrumé con mi penas, creo que demasiado.
-Yo no domino la ontología, la ciencia de lo que hay, la explicación del ente en general, en cuanto que es ente, existente -me explicó por cautela-. Yo soy naturalista pragmático y no especulo sobre cuestiones carentes de utilidad inmediata -me aclaró antes de preguntarme algo que ya había expuesto yo exactamente un minuto antes-. ¿Qué quieres saber en concreto?
-Yo es que - le dije titubeante-, acabo de pasar por una crisis de identidad traumática. Antes fui..., pero luego resulta... total que ahora...
-Lo tuyo es una desviación patológica del ser en sí mismo -me cortó tajante a la tercera frase y continuó con cara de pocos amigos-. Aquí hay una total carencia de pensamiento racional y alejamiento óntico del cosmos y de las leyes que lo rigen
-Pero es que...
-¡Cállate! Tu embotamiento te impide captar la realidad -me ordenó tremendamente enfadado-. ¿Sabes el desorden que introduces en el ecosistema? ¿Sabes que puedes ser un eslabón evolutivo demasiado acelerado? ¿Sabes...?
Yo, lo siento mucho, pero tengo que contar las cosas como sucedieron. El caso es que de repente la adrenalina invadió mi sistema nervioso y salté como un tigre, perdón, como una gaviota sobre el señor búho filósofo y de un solemne picotazo lo dejé fulminado, allá en la recepción del colegio oficial de filósofos de la pradera.
. . .
La fauna policial lleva días intentando desentrañar el crimen, pero claro, a mí no me consideran sospechoso porque soy un pajarito urbano.
¡Eh! Un pajarito urbano que está dando un salto evolutivo, que quede claro. Menudo problema me ha quitado el búho filósofo. Yo que pensaba que era un fallo de reencarnación. ¡Je, je!
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