-La
vida cambia una barbaridad -comentaba don Aurelio en el círculo
católico de la localidad-. Yo sé lo que pasa en el mundo leyendo
“El Progreso” y mi nieta, un día antes, ya lo han leído en su
móvil...
-Eso
no es nada -le replicaba don Manuel-. Ahora, inclusive, se orientan
con mapas en el teléfono ese del diablo, saben hasta cuándo llega
el autobús y ¡el tiempo que va a hacer...!
-Pero
si ya pagan todo con tarjeta de banco -le cortaba don Sebastián,
antiguo boticario, reconvertido en sacristán por devoción-. Ya ni
tienen cuartos para el cepillo...
-¿Dónde
vamos a parar?- se preguntaba don Aurelio.
-Esto
ya no es como antes -se quejaba don Manuel.
-Tenemos
que hacer algo -sugería el sacristán.
-Eso,
escribiré una carta a “El Progreso” denunciando este declive.
-Otra
más, que ya llevamos cuatro en este mes.
-Si
queremos que mejore el mundo, ya se sabe- decía don Sebastián.
Y
así todos los días, semanas y meses.
_____ o _____
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