24 abr 2013

Muerte, ¿quién te menta?

- La casa entera se desplomará sobre ella -fue la profecía que hizo la familia reunida en conciliábulo para tratar de hacer entrar en razón a aquella terca vieja que se negaba a salir de una casa que amenazaba ruina y que ya no reunía condiciones para ella, no al menos como la residencia para la tercera edad que le proponían.
- ¡Que se pudra! -llegó a decir alguno de los hijos en el colmo de la incomprensión.
Y así transcurrió el tiempo inexorablemente, el tiempo justo y necesario para que ocurriera lo inevitable.
También las hojas de los árboles fueron depositándose lentamente en el suelo, fueron movidas por el viento, meteorizadas a capricho y transformadas en materia orgánica por microorganismos hiperactivos que todo lo convertían en humus.
Humus que acogió el cuerpo de la abuela, lo cubrió de silencio y respeto y lo integró de nuevo en el gigantesco útero de la Madre Tierra. Así fue como su ajado cuerpo se fundió/confundió para siempre con la esencia de las cosas, con más armonía que la proporcionada por aquella familia tan unida que no supo entender cómo acompañar a la anciana a despedirse plácidamente de su mundo.
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