Es cierto que detrás de cada ser humano se esconde una historia,
pero no es menos cierto que a cada persona le acompañan otras muchas más historias, tantas cuantas dinosaurios encuentra en cada despertar...
La
llama golpeó con una suavidad exquisita sobre el fondo de la sartén. Crepitó
el fuego para celebrarlo. El huevo correspondió
cambiando de color y tersura. El
plato ya estaba preparado para el goce. El
comensal entornó los ojos para disfrutarlo. Era
la apoteosis final. Mientras
tanto la sartén, avergonzada, restañaba sus heridas, harta de tanto servilismo,
tratando de esconder su culo tiznado entre el reluciente menaje.