26 abr 2013

Siempre hay clases

La llama golpeó con una suavidad exquisita sobre el fondo de la sartén. Crepitó el fuego para celebrarlo. El huevo correspondió
cambiando de color y tersura. El plato ya estaba preparado para el goce. El comensal entornó los ojos para disfrutarlo. Era la apoteosis final. Mientras tanto la sartén, avergonzada, restañaba sus heridas, harta de tanto servilismo, tratando de esconder su culo tiznado entre el reluciente menaje.
_____ o _____