Marketing editorial
Los
variopintos personajes de las letras hispanas fueron citados al
encuentro anual para elegir al personaje literario del año. Por esas
cosas inexplicables que ocurren en los concursos, ganó la cebolla
de la nana
de Miguel Hernández. Suponían los promotores que estimularía el
alicaído panorama editorial.
Pero erraron sus
cálculos, porque ya desde el primer momento la cebolla se presentó
en toda su naturalidad, desnuda y lozana, provocando ríos de
lágrimas entre los presentes y convirtiendo la fiesta en un congreso
de plañideras.
El único que
aguantaba el tipo era, por razones obvias, el espíritu de Maese
Pérez, el organista.
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