–No se atreverá a mantener el rumbo
que lleva –dicen que comentó en voz alta un pingüino residente en
el enorme témpano flotante.
Álvaro Jacobo Pérez – “Groenlandia" |
Ocurrida
la catástrofe, en los alrededores se oían las quejas y lamentos de
la fauna viajera. Todos salieron de estampida y se desperdigaron. Ya
en el líquido elemento dicen que dicen que algo dijeron.
–Para una vez que viajo lejos de mis
hielos, viene un inútil y me jode –fue la frase de una foca
leopardo frustrada por la ocasión perdida de beneficiarse de los
atolondrados pájaros bobos.
–¿Dónde estará el único huevo que
tenía entre mis piernas? –se preguntaba el también frustrado
pingüino preocupado por aplacar a su hembra, ausente en el momento
preciso en busca de alimento.
–Dan el timón a cualquiera, ¡me
cagüen sus muertos! –se ciscaba el único oso polar presente en la
expedición, molesto porque le habían sacado bruscamente de una de
sus prolongadas siestas.
La
foca Nicanora, por aquello de tener un nombre tan sonoro y algo más
de responsabilidad ante la historia, mientras tanto, buscaba al
capitán del barco para propinarle unos severos aletazos en su cráneo
alopécico.
Dicen
que dicen que así ocurrieron los hechos, vamos, digo yo, que no soy
historiador documentado. Lo mío son los rumores.
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