26 feb 2013

El largo camino de un verso


-El final de cualquier anochecer la sorprenderá tejiendo sueños frente a la luna llena -susurra a mi oído Patricia, la adolescente que contempla deslumbrada el firmamento espléndido que, creo que es en nuestro honor, preside la luna en su plenitud. Me animo a intimar con ella en una complicidad que hace tiempo estaba deseando.
- A quién sorprenderá la luna lle...?- le pregunto intrigado por el arranque poético inesperado, mientras apoyo mi brazo en sus hombros.
-¡A tu mismísima abuela!- me corta bruscamente, ya con un talante que me resulta más familiar.
-¡Eh, eh, jovencita!- le corrijo- que ya estoy mayor para aguantar a deslenguadas- le argumento en uso de la pizca de autoridad que aún creo tener.
-Uso tus palabras para describir mis sentimientos- me replica con aire desafiante-. ¿O acaso has olvidado el libro que publicaste hace años Jóvenes en el laberinto?- me echa en cara.
-Sí...- vacilo desorientado.
-Pues dices esa memez tú mismo-. Y se explaya a gusto-. Algunos escribís por escribir, sin decir cosas de sustancia.
Emprendo la retirada. Cierto que soy un autor que lleva mal las críticas despiadadas. Pero es que además, soy su padre
_____ o _____

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