-El
final de cualquier anochecer la sorprenderá tejiendo sueños frente
a la luna llena
-susurra a mi oído Patricia, la adolescente que contempla
deslumbrada el firmamento espléndido que, creo que es en nuestro
honor, preside la luna en su plenitud. Me animo a intimar con ella en
una complicidad que hace tiempo estaba deseando.
-
A quién sorprenderá la luna lle...?- le pregunto intrigado por el
arranque poético inesperado, mientras apoyo mi brazo en sus hombros.
-¡A
tu mismísima abuela!- me corta bruscamente, ya con un talante que
me resulta más familiar.
-¡Eh,
eh, jovencita!- le corrijo- que ya estoy mayor para aguantar a
deslenguadas- le argumento en uso de la pizca de autoridad que aún
creo tener.
-Uso
tus palabras para describir mis sentimientos- me replica con aire
desafiante-. ¿O acaso has olvidado el libro que publicaste hace años
Jóvenes
en el laberinto?-
me echa en cara.
-Sí...-
vacilo desorientado.
-Pues
dices esa memez tú mismo-. Y se explaya a gusto-. Algunos escribís
por escribir, sin decir cosas de sustancia.
Emprendo
la retirada. Cierto que soy un autor que lleva mal las críticas
despiadadas. Pero es que además, soy su padre
_____ o _____
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