3 dic 2025

Huyendo de la historia

En una ciudad de América, no hace falta decir cuál porque puede ser cualquiera, se hicieron obras en una vieja mansión y aparecieron unos cartapacios con manuscritos antiguos. La familia de rancio abolengo que allí vivía se hizo cargo de ellos y pronto dio cuenta a las autoridades. Hablaban de historias, negocios, ventas y compras, acuerdos de matrimonio y alianzas de familias de la zona, de proyectos, importaciones, industrias y de otras cosas más que, hay que reconocerlo, eran patrimonio valioso de la historia local y hasta del crecimiento del país en los últimos tres siglos. Fueron muy valorados y pasaron a formar parte de los fondos del museo local. Pero hubo un manuscrito que se quedó en casa y el patriarca lo hizo arder en la chimenea, ya que manchaba el buen nombre de la familia. Decía lo siguiente: “Se vende un lote de esclavos africanos, compuesto de 18 hombres, 10 chicos, 7 mujeres y 3 niñas en buena condición”.
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1 dic 2025

Marcando territorio

El nuevo profesor llegó a la Universidad contratado por un año que, por cierto, luego fueron muchos más. El sueldo no era nada del otro mundo, pero estaba ilusionado con hacer carrera. Se presentó en el Departamento de Física Aplicada y le recibió el catedrático titular. El nuevo profesor asociado, ¿no? Sí señor, vengo a emular a Einstein. El catedrático se quedó perplejo. Cumpla sus obligaciones y será suficiente, le dijo. El novato pensó que no había entrado con buen pie. Y tenía razón, porque al día siguiente llegó lo peor. Estaban en el departamento unos cuantos profesores en amena charla y el nuevo profesor asociado no paraba de provocar risas entre los compañeros con sus comentarios hilarantes. Así los sorprendió el catedrático que frunció el ceño. A mitad de mañana convocó al recién llegado en su despacho y le dejó claro unas cuantas cosas. Aquí, le dijo, se viene a trabajar. El único que hace gracias soy yo, es parte de mi función. Usted adopte un perfil bajo y haga de comparsa, advirtió. El novel agachó la cabeza y se dedicó a preparar clases. Más tarde aprovechó un despiste del jefe y contó el diálogo a un compañero joven que le infundía confianza. ¡Uf! Eso es un mundo que no te hemos contado. El ego del catedrático es patológico, le provocas celos, él es el macho alfa, no lo desafíes llevando la voz cantante en el Departamento, es su territorio.

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28 nov 2025

No somos esclavos de nuestras palabras

Y llegó el día en el que el viento se declaró en huelga. No pienso trabajar más en balde. Los humanos son gente insustancial que cambian de opinión y no mantienen lo que dicen. Y Juan Badaya preguntó que por qué, si a ti ni te incumbe ni te afecta. No seas creído, le espetó. ¿Cómo que no? Siempre me culpáis con aquello de que las palabras se las lleva el viento. No es así, se enfadó el discípulo de Eolo. Si tenéis opiniones cambiantes y fuera de criterio es por vuestra falta de fundamento. Primero decís, un sí, quiero y al poco un que te den. Yo no tengo nada que ver con eso, protestó. Juan Badaya se vio obligado a consolarlo. Mira, hablaré con Eolo que es tu jefe. Porque, si paras, el mundo va a ser un caos: ni polinización, ni lluvias repartidas, ni ciclo del agua, ni navegación, ni olas en el mar, diríamos adiós a las estaciones, las nubes estarían quietas... Y como el viento seguía enfurruñado, Juan Badaya se animó con otra razón. Mira, sin viento yo estaría siempre bien peinado. Hala, replicó el viento, pero si eres calvo redomado. ¡Ahí va! Me has pillado, me disculpé. Se echó a reír y de puro relajo se le pasó el mosqueo. Hoy sigue soplando todos los días. Unas veces suave y otras como un tornado para llevar lejos las muchas tonterías que surgen de la boca de la humanidad. Que dure.
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26 nov 2025

La naturaleza que no cesa

Cuando a Santi le contaron que habían llegado los castores al río, se puso muy contento. Recorrió las orillas para encontrarlos y no vio ningún ejemplar, ni siquiera una madriguera. Pero le dio un vuelco el corazón cuando llegó a la chopera de Lucio y encontró varios troncos caídos y numerosos arbolillos talados de manera inconfundible. Parecían lapiceros con la punta recién sacada. Observando el lugar se intuían pasillos que se dirigían al río, pero de la madriguera ni una pista. Le llamó la atención un chopo mordisqueado, tanto que decidió darse un paseo cada semana para ver en qué acababa aquello. En mes y medio encontró que el chopo tenía contados sus días. Efectivamente, así ocurrió. En otoño llegó un temporal y el árbol cayó derribado por el viento. Entonces Santi se quedó pensativo. ¿Qué beneficio sacaba un vegetariano empedernido como el castor? Aquel coloso de 25 m. apenas tenía hojas, no podía comer nada ni arrastrarlo para crear una presa... ¿Será que este roedor de casi 30 kg necesita afilar sus dientes? Es un malvado que hace daño por puro placer, ¡qué le vamos a hacer. Decidió no contarle nada a la familia del propietario de la chopera. No la cuidaban y jamás la visitaban. Ni se han enterado de que tienen 6 árboles derribados. Una voz interior le dio el argumento. Me cae muy bien el castor, que se apañen,
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