20 nov 2024

Lección aprendida

La farmacéutica pone empreño en explicar a su clientela cuál es la posología de los medicamentos. Para la gente mayor es difícil leer los prospectos, explica. Si no, te llevas muchos sustos, añade. Doña Mercedes calla. Aún recuerda cómo murió su marido por una mala aclaración de la susodicha.

NOTA: Microrrelato presentado al concurso "La lupa" (<80 palabras). Octubre 2024. Organiza MUNDO ESCRITURA.
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18 nov 2024

Se acabó la fiesta de antiguos alumnos

Quedó herida en lo más hondo. Fue un comentario intrascendente y medio jocoso, pero aludía a un episodio de su época de estudiante en la que ella salió malparada. No, si ya sabemos que tú estabas enchufada con don Fernando. Le subió la sangre hasta la última vena de su cerebelo y no pudo evitar hablar por primera vez de aquello. El tal don Fernando era un abusador. Todos y todas enmudecieron. Y no quiero hablar más, añadió. En 5 minutos hubo distintas voces que la apoyaron.  

NOTA: Microrrelato presentado al concurso El muro del escritor  (<500 caracteres). Septiembre 2024. Organizado por MUNDO ESCRITURA.
 
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15 nov 2024

Santo ladrón

La Guardia Civil siguió la pista de un sospechoso hasta al punto donde el GPS del teléfono del fugitivo marcó su presencia durante diez largos minutos. Era la casa de don Cosme, el sacristán de la parroquia por más señas. Le interrogaron durante largo rato y no sacaron más que una ristra de historias inconexas sobre lo sucedido. El cura trató de poner cordura explicando a los agentes que don Cosme padecía demencia senil y que sus declaraciones no podían ser tenidas en cuenta. Pero, preguntaba la autoridad, ¿estaba él solo en casa? Sí seguro, a estas horas siempre, respondía el párroco. Los policías dieron por perdida aquella pista y se fueron. El cura se encaró luego con don Cosme. ¿Qué ha pasado? San Antonio lo sabe, decía el viejo. ¿Quién? El de la capilla principal. El cura se puso furioso, lo mandó a freír espárragos y se marchó. Cruzando la iglesia oyó cómo el sacristán le decía que el de Padua. No pudo evitar jurar en arameo cuando pasó por delante de la estatua del santo que llevaba al Niño Jesús en su hombro. Algo le sorprendió, el santo era muy bajito. Se acercó y vio que tenía otra cara, otro gesto, otra pose. Agarró un cirio y se dirigió amenazador hacia él. ¡Intruso, lárgate de aquí! Al instante la figura se descompuso y un hombre menudo arrancó a correr hacia la puerta donde aún estaban los encargados del orden rascándose la cabeza tratando de desentrañar los misterios del GPS que les había llevado hasta allí. ¡Alto ahí, se oyó gritar! El buen párroco dio por acabada su tarea y se fue a consolar al San Antonio de Padua que yacía tirado tras la hornacina del retablo donde el santo, que tanto hizo por el Niño Jesús, estaba condenado a vivir de continuo. No le he podido poner la capucha, se quejaba don Cosme...
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13 nov 2024

Superioridad discutida

En mitad del bosque crecen juntos un acebo y un castaño. Ambos pelean por captar la mayor cantidad de rayos de sol y en eso, ya se sabe, gana siempre el castaño que extiende y eleva sus ramas mucho más que su acompañante. Por eso se infla y pasea su ramaje por encima del acebo cada vez que la brisa se anima un poco o sopla el viento. Soy el más fuerte, dice seguro de sí mismo, te tengo sometido y humillado a mis pies, se jacta. Pedazo tonto y estúpido, se defiende el acebo. Yo necesito vivir a la sombra de ti, y de las hayas y robles que nos rodean. ¿Acaso eres más fuerte que ellos? El castaño se quedó un poco con la boca abierta. Aquel enano le había puesto en un brete. Y peor le fue con la siguiente frase. Yo necesito penumbra para producir mis maravillosos frutos rojos que dan consuelo a cientos de avecillas que se me acercan en invierno. Y tú, ¿ayudas en algo, pedazo de chulo con complejo de superioridad? El castaño apretó el morro, frunció el ceño y en un ataque descontrolado de soberbia y mala leche dejó caer todas sus hojas. Encima el tonto este no se ha enterado de que es caducifolio, criticaba el acebo. Ya se ve, añadía, en la flora existe mucha envidia hacia los de hoja perenne. Y soltó un grito que se oyó en todo el bosque. ¡No hay como un acebo en invierno escondido en mitad de la floresta! Todos las aves y pajaritos asintieron al unísono con una orquesta de cantos, trinos, gorjeos, graznidos, cacareos, arrullos, chillidos, que acabaron de hundir al castaño en profunda depresión. Eso te pasa por ir de sobrado, le decía una voz interior. En la alfombra de hojas que había bajo sus pies un grillo hizo un cri-cri-cri como para corroborarlo.
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