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Juan Badaya, domador de dinosaurios
Es cierto que detrás de cada ser humano se esconde una historia, pero no es menos cierto que a cada persona le acompañan otras muchas más historias, tantas cuantas dinosaurios encuentra en cada despertar...
26 nov 2025
La naturaleza que no cesa
Cuando a Santi le contaron que habían llegado los castores al río, se puso muy contento. Recorrió las orillas para encontrarlos y no vio ningún ejemplar, ni siquiera una madriguera. Pero le dio un vuelco el corazón cuando llegó a la chopera de Lucio y encontró varios troncos caídos y numerosos arbolillos talados de manera inconfundible. Parecían lapiceros con la punta recién sacada. Observando el lugar se intuían pasillos que se dirigían al río, pero de la madriguera ni una pista. Le llamó la atención un chopo mordisqueado, tanto que decidió darse un paseo cada semana para ver en qué acababa aquello. En mes y medio encontró que el chopo tenía contados sus días. Efectivamente, así ocurrió. En otoño llegó un temporal y el árbol cayó derribado por el viento. Entonces Santi se quedó pensativo. ¿Qué beneficio sacaba un vegetariano empedernido como el castor? Aquel coloso de 25 m. apenas tenía hojas, no podía comer nada ni arrastrarlo para crear una presa... ¿Será que este roedor de casi 30 kg necesita afilar sus dientes? Es un malvado que hace daño por puro placer, ¡qué le vamos a hacer. Decidió no contarle nada a la familia del propietario de la chopera. No la cuidaban y jamás la visitaban. Ni se han enterado de que tienen 6 árboles derribados. Una voz interior le dio el argumento. Me cae muy bien el castor, que se apañen,
24 nov 2025
Historia apócrifa del ferrocarril
A Peter McCarthy le mandaron a la mina a construir caminos para vagones mineros allá por finales del S. XVIII. Se puso a las órdenes de Thomas Donegal, que era carpintero, y pasó un tiempo alisando caminos de tierra y colocando unos raíles de madera en los costados para que las ruedas se mantuvieran siempre dentro del carril por donde iban los carros. Mientras realizaban la obra aprovechaban ventajosamente el invento para transportar el material en una vieja carreta que tiraba un caballo percherón que llamaban Tristán. Peter McCarthy tomó medidas al animal y él fue quien decidió la anchura de la vía: 4 pies 8,5 pulgadas. Y así acabaron de construir el camino que unía el puerto de Barry con la mina ubicada en el sur de Gales. Han hecho un gran trabajo, comentó el ingeniero jefe Alison Brown, llenaremos este camino de vagonetas de carbón, será un éxito. Pasó el tiempo y el señor ingeniero promovió la idea y llenó de caminos similares toda la zona minera y se apropió de la buena idea del carpintero Thomas Donegal y de la inspiración de Peter McCarthy con la anchura de los carriles y la no menos necesaria aportación del caballo percherón Tristán que ejerció de modelo. Los nombres de los estos precursores imprescindibles nunca fueron recordados y duermen en el olvido, y más cuando otro celebrado ingeniero Richard Trevithick montó los primeros rieles de hierro fundido en 1804 e hizo circular una rudimentaria locomotora por encima. Eso sí, con una anchura de vía de 4 pies y 8,5 pulgadas, es decir, 1435 mm que es el ancho internacional más extendido en el mundo. Va por ellos, Peter McCarthy, Thomas Donegan y Tristán.
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21 nov 2025
La cuna de la civilización
Cuentan de un sumerio que vendía en el mercado de Uruk frutas, verduras y hortalizas de la vega del Éufrates. Cuentan que hacía rayones en una tablilla de arcilla y que tenía una memoria prodigiosa para llevar la lista de proveedores, ventas y dineros que cobraba. Un día un rey, cuyo nombre se ha perdido en lo profundo de los tiempos, le hizo llamar para probar la capacidad pasmosa de recordar que tenía. El aludido apareció con una tablilla y le juró al rey que en un mes le recordaría lo que le contaba sobre sus hazañas en los campos de batalla. Y en ello quedaron, no sin antes comprobar que aquel hombre citaba con mucho detalle las cuestiones que le planteaba el monarca sobre su negocio. Transcurrido el tiempo, se encontraron de nuevo el ya rico comerciante de la tablilla y el rey. En un rato le repitió toda la narración de sus hazañas. Dejó pasmados a todos los presentes, entre los que estaba el sumo sacerdote que le preguntó cómo conseguía que los dioses le inspiraran tanto. Es la tablilla, contestó el comerciante. Yo guardo mis ideas aquí, señalaba la tablilla de arcilla, y luego las miro y sé qué decir. ¿Cómo? Era el rey el que lo preguntaba. El mercader le acercó la tablilla y explicó: Esta raya con curva y cuatro rayitas es el caballo que derribó a la reina en la plaza de Uruk en la fiesta, y cada vez que lo miro me acuerdo de la historia que su majestad me contó. Este otro rayón es el tablero de El Juego Real y sus siete fichas que me trae otro cuento suyo. Estas dos rayas que se juntan arriba es el sumo sacerdote el día que le casó con la biznieta de Gilgamesh... Yo mirando esto repito lo que recuerdo que su majestad contó... Y así progresivamente fue exponiendo cómo cada signo le traía recuerdos. El rey se lo tomó muy a risa y lo hizo llamar muchas veces para conversar con aquel hombre de memoria prodigiosa. No le importaba oír la misma historia y se enfadaba si se dejaba algún detalle. Con el tiempo aquel entretenimiento perdió fuelle, disminuyó el interés y cayó en el olvido. No del todo, porque el sumo sacerdote hizo que le robaran las tablillas y con el tiempo llegó a establecer con ayuda de toda la casta sacerdotal unos signos que servían para recordar. Y se cree que ahí debe estar el origen del primer alfabeto del mundo, un alfabeto al que la historia hizo que se le denominara escritura cuneiforme. En Sumeria, ciudad de Uruk en la ribera del río Éufrates, hace unos 3.500 años a.C.
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19 nov 2025
Él también murió en la hoguera
Estoy sujeto con grilletes a una argolla reciamente unida a una roca que está en los cimientos del castillo. En lo alto de la mazmorra hay un boquete por el que entra algo de luz. El carcelero ha querido tener conmigo un detalle y ha quitado las telarañas y ya me entra un rayo de luz que se mueve al ritmo en el que el astro rey camina hacia el oeste. Pero me deslumbra y me atormenta. Le he pedido al esbirro que me lo tape con heno. ¿Estás loco? Esto es parte de la tortura, me ha dicho. Acabará cuando confieses quién es la bruja que ha hechizado a la hija del rey. Estoy por decirle que la molinera, porque me cae mal y me sisa harina cuando voy a moler centeno. ¿Bruja? Ni sé qué es eso, yo quiero librarme. Diré que la vi besar un sapo.
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