4 abr 2025

Camareros irreverentes

Nunca me había percatado de lo que se puede cocinar en el interior de la una cafetería. Ocurrió que no había sitio en la terraza y tuvimos que acomodarnos dentro, cerca de la barra donde los camareros trajinaban con los pedidos. El ritmo era fulgurante y las conversaciones constantes. En la 8, decía una camarera, piden un café clarito, caliente, con leche de soja y sin espuma. Manolo, métele un cortado sin más. Y buscó mi complicidad con una sonrisa maliciosa. Yo andaba estupefacto, pero no acabaron ahí las sorpresas. Y Manolo, contaba, búscame un novio que yo regalo al mío un día de estos. Anda, engaña a un cliente, le proponía el colega, conmigo no cuentes. El jefe, andaba cerca de la caja y no seguía la conversación. La camarera salía y, viendo mi confusión, me lo aclaró. Es alemán y no entiende la mitad de lo que decimos; él se lo pierde. Yo seguía con los ojos a cuadros. Más aún, cuando regresó aquella activa mujer con un café en la mano. Que dice el gilipollas que está frío, Manolo. Yo le retorcería el pescuezo, dijo haciendo un gesto con las manos muy ilustrativo. Este sale hoy escaldado, contestaba Manolo, se queda sin lengua y tú sin novio. La camarera regresó de la terraza sin poder contener la risa. En el primer sorbo ha soltado la taza y tiene el café en la bragueta, ja, ja, ja. Dame el trapo mojado que hay que limpiárselo, ja, ja, ja. Hoy cae, se reía el compañero. Pagamos nuestra consumición y dejé una buena propina. El buen rato pasado lo merecía.
_________



2 abr 2025

Primera clase en la universidad

El profesor de Filología preguntó a sus alumnos cuál pensaban que podía ser el gentilicio de los habitantes de Singapur. Uno de Madrid dijo que singapureños, el de Córdoba que singapureses, el de Valencia que singapuranos, el de Santander que singapurinos, el de Villacencio que singapurunos... Vale, vale, les cortó el docente. Alabo su intuición y su fidelidad a los sufijos hispanos, pero siento decepcionarles. Allí se habla inglés, mandarín, malayo y tamil, que yo sepa. Y parece que se refieren a sí mismos como singaporean, 新加坡共和国 (chino) Xīnjīapō Gònghéguó Republik Singapura (malayo) சிங்கப்பூர குடியரசு (tamil). No me pidan que lea o explique lo que aparece en pantalla. Nuestro saber es limitado y éstas son cosas inextricables de las lenguas de este mundo poliédrico. Abran los ojos y disfruten de no entender ni pizca, pero eso sí, no seré tan condescendiente con sus conocimientos de la lengua en la que hablo. Y así quedó inaugurado el curso.

__________

31 mar 2025

Amores a distancia

Resulta que en una madriguera de erizos se juntaron media docena de ejemplares que huían del crudo invierno. Se arremolinaron unos junto a otros para darse calor y uno de ellos, que ya era abuelo y tenía canas en las espinas, marcó el espacio y hasta el criterio. Guardemos la distancia, ¡eh! Que mucha cercanía no nos conviene, no sea que vaya a correr la sangre. El caso es que se hicieron muy amigos, eso sí, sin derecho a roce.
NOTA: Texto finalista en el concurso de Micronarrativa de febrero. Tema: Amando se entiende la gente. Límite 500 caracteres.
__________

28 mar 2025

Amores de leyenda

Cuenta una leyenda la historia trágica de Leandro, un joven que vivía en Abido, en la orilla asiática del estrecho de Helesponto, hoy Dardanelos, que es paso previo al estrecho del Bósforo. Pues resulta que en la ciudad griega de Sestos, pegada al lado europeo del canal, vivía Hero, una sacerdotisa que cuidaba el templo de Afrodita y que era, dicen, muy bella, tanto que Apolo y Eros la deseaban como acostumbraban a hacer los dioses griegos sin decencia alguna. Pero, por esas cosas del destino y de los caprichos del amor, la sacerdotisa cayó rendidamente enamorada de Leandro que no era más que un plebeyo que cruzaba el estrecho para trabajar. Como corresponde a este tipo de historias enternecedoras que siempre perduran, los padres se opusieron a esta relación y al chico le prohibieron cruzar en barca el canal de Helesponto. Pero la pareja se lo montó muy bien, porque Hero encendía cada noche una antorcha en una ventana de Sestos y Leandro acudía nadando hasta allí, con tan mala suerte, ¡ay!, que una noche de tempestad con el mar encrespado y amenazador, se apagó la llama y el muchacho desorientado y sin fuerzas fue tragado por las aguas. Hero lo buscó por toda la orilla al amanecer hasta que lo encontró muerto y, desconsolada, más bien desesperada, se arrojó al mar que se encargó de engullirla para siempre. Los paisanos de ambos, conmovidos por la historia, se encargaron de convertirla en leyenda y hacérnosla llegar hasta nuestros días.

NOTA: Texto finalista en el concurso Creatividad Cuento Breve en febrero. Tema: Historias de amor. Límite entre 1000/1500 caracteres.
________