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Es cierto que detrás de cada ser humano se esconde una historia, pero no es menos cierto que a cada persona le acompañan otras muchas más historias, tantas cuantas dinosaurios encuentra en cada despertar...
19 dic 2025
Los guantes de Juan Badaya
Ha llegado el frío y hay que abrigar al dueño, dijo el guante de la mano derecha. El que estaba a su lado despertó del letargo y dijo que “así sea”. Tenía razón, porque más de una vez a Juan Badaya le bastaban los bolsillos de su chamarra para mantener las manos calientes. Pero esta vez los dos guantes tuvieron un invierno entretenido yendo de aquí para allá y de allá para acá enfundados en las manos del escritor. Por la noche, guardados en un cajón, ambos guantes se hacían confidencias. A mí me trata bien, aunque me estruja cuando atiende el teléfono. Claro, le decía el otro, es que no puede manipular la pantalla táctil, zoquete. Pues contigo tampoco. Sííí... Que el jefe es diestro y necesita libres los dedos que tú ocupas. ¡Ah! Y lo mismo te pasa cuando va al baño a hacer pipí... Bueno, bueno. Yo que atiendo la mano izquierda estoy todo el día trabajando y tú, gandul, tienes recreo más de una vez. ¡Qué va! ¿Quién está más desgastado de los dos? ¡Yo! La discusión tenía pinta de poder pasar a mayores y acabó, porque Juan Badaya agarró los dos guantes dispuesto a salir a la calle de nuevo. El caso es que se los puso del revés, es un despistado, y sintió un ligero cosquilleo en la mano izquierda. Era el guante diestro que se empezaba a reír. No sé, comentó el escritor a su mujer, creo que me he olvidado de tomar la pastilla del reúma. Polimialgia, que es lo que padeces, le corrigió.
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