Conversaciones que me faltan

Ahora que he llegado a mayor me da mucha pena percatarme de la cantidad de conversaciones que me he perdido con mis mayores. ¿A qué te refieres? Sencillo, hay un montón de temas que despiertan mi curiosidad y no tengo a quién preguntar. Y ¿no te vale la IA? El abuelo Simón fulminó con la mirada a su amigo. No, zoquete. Me encantaría saber cómo fue la infancia de mis padres, la vida de mis abuelos y no te digo cuánto me gustaría conocer las andanzas y penas de bisabuelos, tatarabuelos y antepasados... ¿Sabes que todos ellos pasaron por guerras y tú y yo por ninguna? ¿Sabes cómo ha cambiado la vida en un siglo? ¿Y en dos? Ay, no me abrumes, se quejaba Machuca, ya sé que esa información está perdida. Es conocimiento perdido, perdona, remarcaba el abuelo Simón. Una vez leí, no sé dónde, insistía, que “Un anciano que muere es como una biblioteca que se quema”. Y no le falta razón, Machuca. ¿Entiendes mi frustración?

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