10 jun 2024

Postureo para necios

El dietista preparaba unos platos espectaculares en los que no faltaban productos de calidad ni especias de color y sabor exóticos. El presumía de elaboraciones, eso decía, Km 0 y era verdad, pues no faltaba nunca el espliego, romero, tomillo, orégano, albahaca, comino, jengibre, azafrán, pimentón, clavo, cúrcuma... En fin, que sus cocinamientos parecían preparados en una farmacia, por lo pulcro y metódico que era. A la vez explicaba maravillas de cada producto distinguiendo los efectos específicos de cada uno y recomendando a sus seguidores lo que convenía en cada circunstancia. Lo mismo hablaba de platos de cuchara, guisos, repostería o bebidas saludables. El caso es que su negocio iba viento en popa hasta que ocurrió lo más inesperado. En un programa de televisión perdió mucha credibilidad, porque lo llevaron al campo y le pidieron que identificara plantas. Quedó confuso, él estaba acostumbrado a identificar las plantas o semillas por los envases y su rótulo comercial correspondiente. No acertaba a poner nombre a las especias que tanto nombraba, salvo en algunos casos por el olor y, sí, identificó el perejil, el tomillo... Lo vivió como una humillación y sus credenciales sufrieron una merma considerable. Años después se refería a aquel episodio como una verdadera cura de humildad. Es cierto que a partir de entonces se esmeró en sus conocimientos botánicos y siempre aparecía en los medios con un jardín de especias a su espalda, pero siempre tuvo que aguantar el sambenito de ser un botánico que no reconocía las variedades vegetales más que con un letrero al canto. 

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