El duro mundo de la empresa

En Singapur, piso 13 del rascacielos Carlton City Singapore Hotel, en la habitación 1313 hay un hombre vestido tumbado en la cama. Mira fijamente al techo esperando que suene su teléfono. Está impaciente, controlando una creciente ansiedad que le hace sudar y sudar. Hoy es el día clave en el que se decide un contrato estratégico para su empresa especializada en el mercado del startup. Ha luchado todo un año por convencer a sus partners de que es una oportunidad de negocio que pocas veces se presentan. En su teléfono se ve que son las 15’00 horas y en su país justo ahora se comienza la jornada laboral. Él quería dar la buena nueva con las primeras luces del día y no va a poder ser. La llamada no llega y el plazo ya mismo se agota. Puede ser la hecatombe, piensa. Por si acaso ya tiene la ventana abierta, ya ha vaciado una botella de wiski que apoya en la mesilla, ya ha fumado más de una cajetilla de tabaco. En los próximos cinco minutos tiene que decidirse y acabar con todo. Respira hondo y se acerca a la ventana, apoya una rodilla en el alfeizar, se agarra fuertemente al dintel, toma impulso y... Suena el teléfono.