¿Dónde empieza la vejez?

Cuando llegó a la cumbre de la montaña, se arrodilló y besó el suelo. Y no era para menos. Desde su juventud había rendido culto a las alturas y cada año ascendía a aquel monte media docena de veces, aunque nunca depositaba beso alguno en ella. Pero en aquella ocasión había un motivo especial. Acababa de cumplir 94 años y, tras unos años sin ascender a la cima, se autodemostraba que era de nuevo capaz, algo que ponía en duda su propia familia. Lo pudo comprobar cuando a la media hora un helicóptero de los servicios de rescate le localizó y le devolvió a suelo urbano después de pasar por el hospital local. Los noticiarios del día repetían cansinamente que “ha sido rescatado vivo un anciano perdido en el monte tras dar la alarma su familia esta misma mañana...”. Lo que el viejillo se rio oyéndolo, no está escrito. 

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