2 nov 2022

Pantanos sin secretos

Cuando las aguas del pantano bajaron de nivel por culpa de la sequía, los vecinos de Nuevo Muriel de la Sierra no se lo podían creer. Delante de sus ojos fueron apareciendo poco a poco las ruinas del pueblo sumergido donde vivieron sus antepasados. Rascaron en sus recuerdos y trataron de identificar sus casas, sus cuadras, sus huertos y sus tierras de labranza. Fueron días trepidantes donde los recuerdos se adueñaron de todas las conversaciones. Algunos callaban. Todos se indignaban y más de uno no quiso ni mirar. Cuánta emigración trajo este pantano, se quejaban unos. Encima, expropiaron todo por cuatro pesetas, se lamentaban otros. Y nos quitaron el modo de vivir, protestaban muchos. El viejo cura organizó una misa en recuerdo de los que se fueron, al otro mundo u otras tierras. Un abogado, hijo del pueblo, inició una recogida de firmas exigiendo una compensación justa a aquel pueblo víctima del desarrollismo de antaño, un rapero voluntarioso organizó un concierto en la antigua plaza del pueblo que acabó bañada en lágrimas, hubo discusiones y desencuentros en muchas de las tertulias espontáneas que surgían en Nuevo Muriel de la Sierra. Cuando ya en otoño, por fin, empezó a llover y las aguas volvieron a su cauce, nunca mejor dicho, el tío Juan dejó la frase con la que todos estuvieron de acuerdo. Esto ha sido lo peor de la sequía.


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