31 oct 2022

La buena voluntad no siempre vale


En mitad de la pared de la ermita románica había una piedra que no correspondía al estilo arquitectónico del lugar. Era un bloque de cemento prefabricado que alguien había colocado allí. Patrimonio entró en el asunto y protestó en el ayuntamiento. Era el mismo material que el que se había usado en un parque infantil construido recientemente en las inmediaciones. ¿Quién había sido el atrevido? Tras las correspondientes pesquisas se dio con Manolo, él era el autor material de aquel atropello artístico. Es que, se justificó, ahí había un cepillo para recoger limosnas y lo robaron unos cabrones. Yo sólo quise tapar el hueco. Pero, le espetó el alcalde, ¿no sabes que la ermita es monumento nacional? ¿Monu qué? Es románico, hombre. Y ¿eso qué es? Hala, Manolo, vete y déjalo como estaba. Si usted lo dice... 

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