31 ago 2022

Una ecuación con ciertas constantes

Ella quería a su pareja, sabía que a su lado la vida era más fácil y llevadera. Pero no entendía por qué cualquier detalle tonto de la vida cotidiana desataba a menudo un feroz combate entre ellos. Las heridas cicatrizaban al cabo de un corto tiempo, pero no se libraban ambos de verse como despiadados enemigos mientras se apagaba el volcán. Ella consultó con una psicóloga, experta en conflictos de pareja, que le dio pistas para evitar esas explosiones de ira y le marcó pautas de conducta para tratar a su par. Ella tomó nota y se prometió a sí misma seguirlas fielmente. Pero antes de salir de la consulta se tomó la confianza de preguntar a su interlocutora si a ella no le pasaba lo mismo. Claro, yo llevo una semana sin hablarme con mi pareja. Ya te he dicho que somos un saco de orgullo y todos tenemos un yo muy grande. Entonces, imploró un último consejo, ¿qué hago? Lo que puedas, chica. Lo mejor, lo dijo con cierta malicia, es la reconciliación. 

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