1 jul 2022

Humanidad

Yo soy el soldado que desobedeció la orden de disparar a matar. Frente a mí había una muchedumbre que se rebelaba contra el gobernador, un sátrapa sin escrúpulos que solo pensaba en engordar su bolsillo y morir borracho de lujuria y ambición. A mi me posicionaron frente a la multitud y me mandaron tirar a matar. Eramos 16 soldados armados y todos realizamos un solo disparo. Hubo 15 muertos y algún herido de rebote. Todos los manifestantes se dispersaron y acabó, por el momento, la trifulca. El sargento Virutas investigó por qué una bala no encontró blanco. Y me acusó a mí de tirar al aire. Su fusil apuntaba al cielo, me acusó. Y me abrieron un proceso que acabó en consejo de guerra y pena capital. Hoy es el ajusticiamiento. Son mis últimas horas, porque no creo que ningún compañero del pelotón de fusilamiento, eleve el cañón hacia el cielo. 

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