17 jun 2022

Conciencia para todo

En la tercera fila del huerto, justo donde están los pimientos, he descubierto un caracol escondido y al acecho. Y en el lado de las plantas de patatas, 5 escarabajos. También pululaba una mariposa blanca, esa que pone unos huevecitos amarillos que se convierten en orugas que lo mismo comen hojas de berzas que de berenjenas. ¡Dios mío, he exclamado, esto es el apocalipsis de mi huerta! He acudido a Google, del que soy cumplido devoto. Que empiece por métodos manuales para eliminar la plaga, me aconseja. Luego, que si no salgo vencedor, que contrate un sicario que trabaje con insecticidas. He optado por los matones de tipo ecológico y así estoy, esperando ya una semana a ver si los expulsa. Como soy agnóstico por sistema y un ansioso incorregible, he acabado echando mano de un cazamariposas y de un dron que me ha costado la mitad del sueldo del mes. Pero hace el trabajo sucio sin dejar huella. Merodea por el huerto y suelta una pócima letal que no deja un insecto vivo. En fin, que mañana me voy a confesar con don Decoro Ecolológico, para que me diga si mi conducta es acorde a los mandamientos de este mundo que tanto quiero y que parece que se extingue. Me da que va a decir que no. 

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