10 ene 2022

Postureo de toda la vida


Inmaculada de la Mancha sufría mucho con las injusticias de este mundo, con los desheredados de toda fortuna, con los nacidos en la pobreza que acabarían muriendo irremediablemente en el barrio de la escasez. Sufría mucho, sí. Pero algo no cuadraba. Porque a nadie contaba que entre sus antepasados había un esclavista que hizo rica a toda la familia allá por el S. XVIII, un prestamista despiadado que aumentó la fortuna en el siglo siguiente y dos o tres corruptos más en los tiempos que corren. En mi familia, decía sin embargo, hay curas y frailes, monjas y hasta una abadesa. Mucho filántropo. ¡Cuánto hemos hecho por la humanidad! Y en ello estaba ella, sin cejar en el empeño de mantener el estatus desigual que disfrutaba. Sin pestañear, claro.

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