De todos es sabido que el halcón es capaz de ver a sus presas a gran altura. Eso le pasó a la rapaz que llevaba el cetrero del rey. Se lanzó en barrena sobre un conejo inocente y cayó sobre la trampa que un labriego tenía camuflada en su corral de gallinas. El súbdito del rey quedó aterrorizado cuando llegaron los guardias. No pasó nada. Su majestad lo contrató para capturar águilas. Eran sus preferidas.
NOTA: Relato finalista en el VII Concurso Literario de minicuentos "Un caleidoscopio de letras". Ver Mundo escritura. diciembre 2021. (http://www.mundoescritura.com/concursos/microrrelatos.php).
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