15 feb 2021

El hijo del ferroviario


Al hijo de ferroviario le explicó una vez su padre que las vías del tren de su ciudad tenían siempre la misma anchura, exactamente 1'668 m, algo más que los trenes del resto de Europa que usan el llamado ancho internacional de 1'4351 m. Tanta precisión dejó atónito al chaval, hasta el punto de pasar horas en la estación mirando con atención los raíles y midiéndolos a escondidas entre tren y tren. Una noche, cenando en familia, el hijo hizo alarde de sus conocimientos. El ancho de vía se mide desde la parte interior de los raíles. El padre le miró, se quedó sonriendo y añadió. Claro, las ruedas se acoplan con pestañas por dentro para no salirse de la rodadura y descarrilar. Eso ya lo sabía. ¿Y sabías tú por qué es distinto el ancho de vía español? El chaval respondió como un rayo. Para evitar invasiones de ejércitos extranjeros con sus trenes llenos de cañones y soldados. Y añadió un comentario. Para eso era mejor la vía estrecha, gastarían menos en túneles y no entrarían los trenes de nadie. El padre se relamió de gusto. Razón tienes, se lo contaré al jefe. Aquella noche el hijo del ferroviario durmió convencido de que el jefe le llamaría para hablar. Y así ocurrió. Le invitó a un helado en la cantina de la estación y hablaron sobre trenes. Así el hijo del ferroviario se enteró de que la medida del ancho de vía proviene de las unidades de medición de los ingleses, pioneros en el ferrocarril. En la península se optó por distanciar los raíles 6 pies, porque en un país montañoso, explicaban, es mejor disponer de locomotoras grandes con una caldera que produzca mucho vapor y puedan arrastrar los vagones. En el resto de Europa, que es más llano, se conformaron con el ancho estándar de 4'85 pies. Entonces ¿no se hizo, preguntó el chaval, para evitar invasiones? No, qué va. Un tren de vía estrecha siempre tendrá locomotoras con menos potencia sencillamente por el menor tamaño de la caldera. Ya sé, continuó el chico, que los trenes de vía estrecha tienen casi siempre un ancho de 1'000 m. ¡Uf! exclamó el jefe de estación, mal para un caballo. El hijo el ferroviario abrió mucho los ojos. Sí, las vías se hicieron para que los caballos pudieran arrastrar los vagones de la minas de carbón inglesas, por eso se decidió la anchura que conocemos. Pues menos mal, explicó el hijo del ferroviario que no probaron con una pareja de bueyes, porque el ancho de vía hubiera sido de más de 10 pies... El jefe de estación se quedó atónito. Allí había un ferroviario en ciernes. Desde entonces hizo todo lo posible por encaminar al chico en su oficio. Años más tarde, se hizo famoso un maquinista que conducía los trenes sin levantar la vista de las vías. Nunca se distrae, decían sus compañeros, ¿por qué? 

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